¿Estás cansado de tener que esperar a que se desocupe el programador o el web master para hacer cualquier pequeño cambio en tu página de Internet? Toma el control de tu presencia en la red de redes.
[Alcance geográfico: México, el infinito internetero y más allá] [Tema: Cómo hacer tu propia página de Internet, sin tener que saber html, DNS ni otras siglas] [Si quieres omitir las anécdotas y bla, bla, bla, ve directamente a «Recomendaciones para hacer tu propio sitio web»]
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Hacer tu propia página, ventajas
Tú puedes hacer tu propia página de Internet. ¡En verdad!
Olvidemos por un momento que se requiere un cierto nivel de conocimientos técnicos para crear un sitio web por cuenta propia. La única desventaja de hacer por ti mismo tu página de Internet es la calidad del resultado.
Obviamente, un profesional dedicado a hacer páginas tendrá siempre trucos frescos para causar una buena impresión, que tal vez tú no conoces.
Pero si quieres aprender, el conocimiento necesario está a unos pocos teclazos y clics de distancia, gracias a los muchos tutoriales de diseño web disponibles en Internet.
Por supuesto, si tu empresa está creciendo o trabajas para una compañía importante, es preferible que pidas ayuda profesional.
Las ventajas de hacer tu página por ti mismo son muchas.
1. El control de cambios, las actualizaciones y las correcciones, quedan por completo bajo tu control.
Con frecuencia escucho de mis amigos o colegas la misma queja de sus programadores web: Que no atienden sus solicitudes de actualizaciones o correcciones con la debida rapidez. Si contratas un servicio externo, es lo único que puedes esperar. Esto se debe a que tú no serás el único cliente de tu proveedor. Para serlo, tendrías que pactar un servicio en exclusiva para ti, a un costo mucho mayor.
Si haces tú mismo tu página de Internet, el único responsable de todos los textos e imágenes serás tú. Podrás hacer cambios con tanta frecuencia como quieras (o puedas).
2. Mantienes la posesión de tu dominio.
Existen empresas poco éticas, que toman tu dominio de Internet como rehén para mantenerte entre sus clientes.
Ya sea una empresa que registra dominios, una de hospedaje o alojamiento de datos (hosting), o de creación de sitios de Internet (que, frecuentemente, ofrecen también el servicio de registro de dominios y hospedaje), asegúrate que puedas trasladar libremente tu dominio a otro proveedor en cualquier momento.
Las empresas que crean páginas de Internet suelen registrar tu dominio o, si tú lo hiciste previamente, te pedirán los códigos de los DNS (lo cual equivale a darles el control de su dominio) para colocar al aire tu página. El truco de las empresas sin ética consiste en usar el control que tienen de tu dominio para obligarte a renovar el contrato de servicio que pactaste con ellos.
Las leyes de Internet, que están muy rezagadas en México, protegen muy poco a los usuarios ante los abusos, por lo que tienes que tomar tus previsiones para no caer en las garras de las empresas sin ética.
He sabido de casos en los que algún proveedor prácticamente se apropia del dominio de su cliente. Cuando el cliente quiere terminar la relación, el proveedor hace todo lo posible para no regresar los códigos del DNS, o exigir un pago por cederlos.
3. Reduces los costos.
Aunque el costo no debería ser la prioridad para crear una página web profesional, algunos conocimientos básicos te permitirán maximizar tu inversión en Internet.
Es innecesario mencionar que, si contratas los servicios de una empresa, ésta necesariamente cobrará por darle hospedaje a tu página y ponerla visible en el mapa de Internet, así como diseñarla o diagramarla.
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Recomendaciones para hacer tu propio sitio web
1. Planeación.
Antes de crear tu sitio, debes tener claros los objetivos. ¿Cuál es el tema o los temas de tu página? ¿El sitio servirá para vender o para tu propia promoción profesional? ¿Qué quieres comunicar? ¿A qué mercado o público quieres llegar?
En una hoja de papel, haz el bosquejo del sitio completo, con todo y los enlaces. El trabajo completo se verá como un árbol, cuyo tronco es la página principal (home page), a partir de la cual hay ramificaciones: cada una de éstas es un enlace de la página principal, con tantas sub divisiones como requieras, hasta llegar a las hojas del árbol.
2. Textos.
En un curso que impartí de cómo hacer una página web, horrorizado atestigüé que casi todos mis alumnos (de entre 16 a 25 años) no sólo no sabían escribir, sino que no les interesaba aprender a escribir.
El problema de querer hacer una página de Internet sin saber escribir, es que los textos son la base de cualquier sitio web. Si no hay textos, no se puede hacer la página.
Los textos van desde los títulos de cada enlace hasta las descripciones o narraciones que éstos tendrán. Hay que escribir incluso los pies de foto y hasta el último botón o “letrero” que aparecerá en el sitio.
Por más simple que sea una página, ésta debe tener textos. Si quieres afrontar el reto de hacer una página 100% gráfica (es decir, sin ninguna letra ni número escrito), estarás ante un reto mucho más difícil.
3. Buena redacción y ortografía.
Aunque muchas personas piensan que el correcto uso del lenguaje es superfluo, lo que escribas en una página de Internet, por mínimo que sea, debe cumplir el objetivo de comunicar de manera efectiva.
La ortografía de un auto corrector o del diccionario del procesador de texto no son suficientes. Tampoco basta una redacción basada en los principios de “Pero me entiendes, ¿no?”. Si tu redacción y ortografía no son buenas, pide la ayuda de alguien que sí sepa escribir. Tu imagen profesional dependerá de ello.
Antes de publicar tu sitio, pídele a alguien ajeno a tu campo profesional que la lea; luego, pídele que te explique qué entiende. Si tienes que contestar muchas preguntas, quiere decir que tu sitio no cumple su cometido básico: comunicar.
Conforme pasa el tiempo, al parecer, el diseño, los gráficos y las imágenes (fijas o en movimiento) son más importantes que las palabras. Sin embargo, cualquier cliente o internauta que lea textos con errores de redacción o con faltas de ortografía desconfiará de la información que lea.
Nota: Una de las principales causas de bullyng cibernético se debe a la mala otrtografía.
4. El formato a veces puede esperar.
Es más importante el esquema general del sitio y el contenido, que el formato y los efectos que quieras incluir.
A menos que vayas a programar tú mismo con html5 o alguno de los lenguajes modernos para Internet, no tiene caso que concentres tus primeros esfuerzos en cómo se verá tu página, si antes no tienes resuelto lo que quieres comunicar. Muchos se dejan llevar por la forma y olvidan el contenido.
Con los sistemas de gestión de contenidos, es posible elegir un tema (una plantilla), capturar ahí todos los textos necesarios y subir las fotos que necesitas. Posteriormente puedes probar cómo luce tu página con otros temas. WordPress permite que pruebes diferentes temas de su amplia biblioteca, a través de una vista preliminar, que no modifica tu página, si tú no lo deseas.
5. La belleza de la sencillez.
Muchas veces, quienes hacen una página de Internet, desean una que tenga tantos efectos especiales como una película de Hollywood. Sin cuestionar su libertad de hacerlo, antes de decidirse por el camino de las presentaciones espectaculares, hay que regresar a los objetivos básicos de comunicación (el paso número 1) y preguntarse si los efectos especiales ayudarán a que el público reciba el mensaje deseado o si éstos pueden descartarse.
Una objeción para usar efectos especiales es la velocidad de despliegue de la página, así como la posibilidad de que la visualización del sitio web falle al tratar de leerlo en algunas computadoras viejas o en dispositivos móviles.
Existen páginas con animaciones y elementos interactivos, que cualquiera desearía usar en sus propios sitios web. En la práctica, los sitios con muchos efectos especiales descartan de manera automática a aquellas personas que usan computadoras con navegadores viejos o sin actualizar debidamente. Otras veces, las víctimas de las páginas complicadas son los dispositivos móviles (teléfonos inteligentes o tabletas).
Si tú estás haciendo tu sitio web en una Mac Pro con procesador de ocho núcleos, 16 GB de memoria y tarjeta gráfica de alto rendimiento, conectada a una pantalla de 27 pulgadas de LED de alta resolución, desciende un poco al nivel del suelo y acuérdate del resto de los mortales. Por un momento, toma en cuenta que algunas personas verán tu página con obsoletas pantallas VGA o por medio de conexiones de red de baja velocidad.
Mi prueba de oro para cualquier sitio es consultarlo en un café Internet, de preferencia uno que tenga computadoras viejas, que compartan sólo una red wi-fi casera. Una página “pesada” o con programaciones especiales será lenta y no desplegará todos los elementos. Si quieres una página “universal”, evita las animaciones en Flash.
A nadie le gusta estar frente a una pantalla en la que se lee solamente «Cargando» por mucho tiempo (y el concepto de «mucho tiempo» pueden ser de pocos segundos para algunos cibernautas).
Una prueba completa debe incluir una consulta por medio de tabletas y teléfonos inteligentes, con distintos sistemas operativos: iOS, Android y Windows Mobile; así como una consulta en computadoras de escritorios con diferentes navegadores: Chrome, Explorer, Firefox, Opera y Safari. No todos los sistemas operativos (de escritorio o móviles) son capaces de leer todas las instrucciones del código fuente de la página.
6. Elige un buen proveedor.
Además de las opciones que he mencionado, actualmente hay muchas otras para hacer tu propia página. Consulta el sitio Web site tool tester.com para estar al día de las plataformas mejor calificadas para crear páginas de Internet por cuenta propia. Si no tienes conocimientos suficientes, usa de preferencia un sistema amigable.
La mayoría de los sistemas de gestión de contenidos (como Weebly o Jimdo) tienen todo incluido: registro de tu dominio, hospedaje y herramientas de creación, que son amigables.
Antes de decidirte por alguna empresa, consulta sus antecedentes. Averigua con cualquier motor de búsqueda, mediante el nombre de la empresa y los siguientes criterios de búsqueda: “complaints”, “pros and cons”, “reviews”, etc.
La búsqueda tendrá que ser preferiblemente en inglés, debido a que encontrarás más casos, y escritos de manera más sincera, ya que las legislaciones de otros países permiten mayores libertades a los consumidores y, en algunos casos, inhiben la acción de empresas que se dedican a producir reseñas positivas de falsos consumidores, pagadas por las mismas empresas.
Busca casos que se repitan y descarta los que se mencionen de manera aislada. Si conoces a algún gurú de la tecnología o algún usuario de algún proveedor, toma en cuenta sus opiniones, pero fíltralas también.
7. Colócate en el mapa.
Los profesionales dicen que tener una página de Internet sin promoción equivale a poseer un automóvil sin ruedas. No llegarás lejos si tu auto no puede rodar.
Para empezar a ponerle ruedas a tu auto, primero debes enfocarte en lograr contenidos interesantes y bien documentados.
Después, ocúpate de elegir las palabras clave (tags) apropiadas para que tu página sea bien posicionada por los buscadores de Internet.
De nada sirve el esfuerzo para hacer pública tu página de Internet, si no piensas conjuntamente en las estrategias SEO.
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Una guía completa para crear tu propio sitio web se puede encontrar en si das clic aquí (en inglés).
¡Diviértete al crear tu página!
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Mis inicios en la red y mi experiencia personal
Celebro haber presenciado la transición hacia la sociedad del Internet. Cuando quise hacer mi primera página web, poco después de graduarme, en 1997, me puse a aprender programación mediante código html. Debido a que en mi adolescencia aprendí computación con líneas de comando, no le temía a la rígida sintaxis ni a la aridez de un sistema no gráfico, como el html.
Pronto me percaté de la existencia de programas con los que se podían crear páginas de Internet de manera gráfica. El primero fue Dreamweaver, de la empresa Macromedia, que años después sería comprado por Adobe Systems.
Pero el Dreamweaver no era el único. Incluso los más cotidianos programas del Microsoft Office tenían desde entonces la orden “guardar como html”, en el menú “archivo”, que traducía cualquier documento en un código html. También permitían organizar los enlaces y la jerarquía entre cada sub-página, por medio de una barra de herramientas web.
A pesar de que la construcción de páginas web se perfilaba como un campo con grandes oportunidades, abandoné el aprendizaje del html, debido a que no quería desviarme de mis objetivos profesionales. No estaba en mis planes futuros hacer de los servicios web mi principal campo de acción laboral.
Elegí el MS Word para hacer mi página, y pronto supe que éste y otros programas de desarrollo de páginas web dejaban mucha basura en las líneas de programación html, que afortunadamente se podían depurar con la ayuda de un editor simple de texto. Mis conocimientos básicos de html me permitieron hacer la depuración.
Mi primera página web fue entregada personalmente al encargado del servidor del CIDI, de la UNAM (uno de los primeros nodos de Internet de México), donde estudié mi licenciatura en diseño industrial. En discos magnéticos de 3 1/2 pulgadas llevé los archivos fuente en html y las imágenes. Esta página duró al aire hasta mediados de los 2000. El último vestigio de aquella página existe aún en la pequeña sección de tesis de ex alumnos que mantiene el CIDI todavía, y que puedes ver si das clic aquí.
Desde entonces, salvo en una ocasión, he insistido en hacer yo mismo mis páginas de Internet: por ejemplo, la página/blog que estás leyendo ahora mismo.
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Otros intentos
Hice mi segunda página personal de Internet con iWeb, el programa de edición de páginas web de Apple (cuyo desarrollo cesó en 2011). Como la mayoría de los productos actuales de Apple, el iWeb era intuitivo, aunque formaba parte de un sistema bastante cerrado ante aplicaciones de empresas competidoras.
El iWeb contaba con el hospedaje «en la nube» del sistema Mobilme, reemplazado recientemente por otro servicio llamado Jimdo.
Aunque con iWeb era muy fácil armar la página y actualizarla, las posibilidades eran escasas, ya que cualquier página hecha con este software partía forzosamente de elementos prediseñados. Una página hecha en iWeb se podía reconocer con sólo un vistazo. Con un poco más de trabajo, era posible disimular que alguna página procedía del iWeb, aunque no del todo (en las galerías de fotos, por ejemplo).
Otra desventaja del iWeb era la imposibilidad de salirse de los productos de búsqueda de Google. Si querías añadir palabras clave para que te encontraran los usuarios, las opciones eran Google Adwords o Adsense. No había posibilidad de añadir una línea al html para incluir palabras clave. Por momentos, el iWeb era frustrante.
Tiempo después, cuando creamos una empresa de fotografía (Creative Photo Drive) especializada en automóviles, mis dos socios y yo decidimos contratar a alguien más para hacer la página. Como yo, uno de mis socios ha hecho sus propias páginas desde que se graduó de la universidad. A pesar de que pudimos haber conjuntado nuestros conocimientos para hacer nuestra propia página web, preferíamos invertir el tiempo en nuestro mercado principal (la fotografía), en vez de desviarlo en poner al aire la página.
Entonces tuve mi primera y única experiencia como cliente de páginas web. Me encargué de buscar una empresa que pudiera atender nuestras necesidades y encontré opciones desde las muy costosas hasta las muy baratas (que iban desde $2,500 pesos o 200 USD, aproximadamente). Elegí una de precio intermedio.
La empresa que conseguí fue la recomendación directa de un colega. Este proveedor era un revendedor de servicios integrales (registro, hospedaje y creación) de una empresa más grande. Yo había registrado previamente el dominio de Internet personalmente, pero nuestro nuevo proveedor insistió en pedirme los códigos del DNS, que equivalía a tener el control completo del dominio.
Desconfiado, hice que el proveedor firmara una carta de reconocimiento de derechos del dominio antes de entregar los códigos DNS, aunque entonces supe que este documento no hubiera servido de mucho en caso de alguna disputa legal. Lo único que nos protegió fue la confianza mutua. Afortunadamente, el trato con el proveedor fue cordial durante el tiempo que duró la relación.
Nuestro proveedor podía satisfacer las necesidades de casi cualquier página web, pero pronto demostró que no podía ajustarse a nuestros requerimientos específicos con el costo pactado. La razón de esto es que el proveedor usaba plantillas, que podían adecuarse y modificarse con un costo extra. Preferimos pedir modificaciones mínimas, debido al alto e incierto costo implicado, que se calculaba por hora de trabajo.
Para hacer cambios personalmente en la página, tuve que aprender a usar el sistema Joomla, que me recuerda mucho a cualquiera de banca electrónica, ya que resulta burocrático, rígido y poco intuitivo, si se le compara con cualquier software de Apple, al que estoy acostumbrado desde mi paso por la universidad. Aunque cumplí el objetivo de modificar a voluntad nuestra página, me parecía que estaba dedicando muchas energías a un campo lejano a mi negocio principal, en este caso, la fotografía de automóviles.
Una vez que se terminó el contrato anual, pedí al proveedor que me devolviera el control del DNS, para trasladar el dominio a otro servicio de hospedaje. Afortunadamente, lo hizo sin cobrar por el servicio y sin poner ninguna objeción.
Después rehice el sitio con iWeb. Primero lo hospedé en Mobilme y tiempo después lo trasladé a Media Temple (que usé por recomendación de un colega, quien lo usa desde hace algunos años, y sólo tiene alabanzas para este servicio). Este año, Media Temple fue adquirida por Go Daddy. Cuando investigué qué servicio de registro de dominios usar, descarté a Go Daddy, debido a que no me convence su reputación en Internet.
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Tiempo actual: WordPress
Para hacer mi nueva página personal de Internet (en la que lees este blog, justo ahora), elegí el sitio de gestión de contenidos WordPress. Necesitaba un sitio que se viera suficientemente profesional, que yo mismo pudiera modificar sin mucho esfuerzo y que tuviera un blog.
Comparado con el sitio web típico de un diseñador o fotógrafo, el mío no ofrece efectos llamativos ni un esquema impactante. A cambio, mi página de Internet se despliega rápidamente; se lee perfectamente en dispositivos móviles y yo mismo puedo hacer cualquier modificación fácilmente, a través de una interfase que se domina en poco tiempo.
Lo único que no me gusta de WordPress es la permanente referencia a su sitio, que por default siempre está al final de cada enlace de mi página: “Blog de WordPress.com | El tema es Fontfolio”. Éste aparece a pesar que yo pagué una cuenta premium. Y ya que menciono el costo, éste es más que razonable.
Aunque WordPress recurre a plantillas, hay muchas de éstas disponibles sin costo adicional. Si ninguna de las plantillas gratis se ajusta a tus necesidades, por una cuota extra se pueden elegir otras, o incluso puedes comprar otras de código abierto, a través de muchos sitios en Internet.
También me gusta mucho de WordPress la efectividad de los criterios de búsqueda. Con un anterior blog que tuve en WordPress, pude llegar a un grupo de lectores que nunca hubiera imaginado, gracias a las etiquetas (palabras clave).
Todavía me falta por conocer las muchas posibilidades de WordPress. Por ahora, mis necesidades están bien cubiertas.
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23/Oct/2013. Primera revisión. Redacción y precisiones de datos.
8/Nov/2013. Segunda revisión. Redacción.
9/Ene/2014. Tercera revisión. Redacción.
29/Ago/2014. Cuarta revisión. Reordenamiento.