Horas laborales en México: Entre la dura faena y la procrastinación

Woman in dress made of office supplies, at desk, wearing headset / Photo by Ryan McVay / Used with permission

Woman in dress made of office supplies, at desk, wearing headset / Photo by Ryan McVay / Used with permission

Como nunca antes, los mexicanos dedicamos muchas horas al trabajo. Pero, ¿son productivas estas prolongadas jornadas?

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[Alcance geográfico: México] [Tema: Horas laborales efectivas, procrastinación y producto interno bruto per capita en México]

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El mito del mexicano holgazán es sólo eso: un mito. Por lo menos esto es lo que reflejan las estadísticas de horas anuales trabajadas por persona de la OCDE. Según las cifras, recopiladas entre los 34 países miembros de esta organización, no hay ningún otro ciudadano del mundo que dedique más horas al trabajo que un mexicano: 2,226 horas en promedio, sin contar horas extra. En segundo lugar quedan los habitantes de Grecia, con 2,034 horas al año. Los que trabajan menos horas de la OCDE son los holandeses: 1,381 horas al año.

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En un artículo en que se comentan estas cifras de la OCDE, un usuario comenta lo siguiente:

Gordo365

September 1, 2011 at 3:23 pm

I guess that puts to rest the whole “Lazy Mexican” myth. Well, except those that already believe that Mexicans are lazy. In their case, the data doesn’t support the belief so the data will be ignored or discounted.

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Al dividir las 2,226 horas anuales que trabajan los mexicanos entre 44 semanas activas (un estimado de los organismos que proveen los datos del estudio: STPS e INEGI), el resultado son semanas de 51 horas, que, divididas en jornadas laborales de seis días, resultan en 8.4 horas de trabajo diario. En caso de semanas laborales de cinco días, las jornadas son de 10.1 horas diarias. Si nos atenemos a la definición de horas hombre, en cualquiera de estas jornadas no se deben contar los tiempos de descanso ni de comida.

Si nos atenemos al adagio de que “hay mentiras, grandes mentiras y estadísticas”, las cifras de la OCDE podrían ser imprecisas. ¡Vaya! No es posible que los mexicanos trabajemos más que los que los japoneses (1,745 horas).

Pero basta dar un vistazo al campo laboral mexicano para saber que las mentiras –quiero decir, las estadísticas– pueden esconder otras aun peores: tal vez los mexicanos trabajamos más horas de las que se declaran en la OCDE o las horas que dedicamos al trabajo no son efectivas.

Si trabajamos más que ningún otro ciudadano en el mundo, ¿dónde se nota el fruto de nuestro trabajo? Los que contamos para las estadísticas no tenemos el mismo nivel de vida que los alemanes, holandeses, estadounidenses o japoneses, a pesar de que trabajamos más horas que ellos.

La tabla de estadísticas de la OCDE que muestra los niveles de productividad en la economía, hacen notar que el producto interno bruto per capita de los mexicanos por hora de trabajo equivale a 31.2% de lo que produce un trabajador estadounidense. ¿Recuerdan cuáles ciudadanos del mundo trabajan menos horas?… Los holandeses, con una jornada de 1,381 horas anuales (contra 2,226 de un mexicano) obtienen per capita 97.7%, en comparación con un ciudadano de Estados Unidos.

¿Estamos trabajando en exceso? ¿Somos eficientes para trabajar? Mi teoría (y la de muchos) es que dedicamos más horas de las debidas al trabajo, aunque no por eso producimos más. A continuación, mis opiniones para explicar la teoría.

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1. Agotamiento

Obligar a alguien a trabajar más horas no implica que producirá más. La mayoría de los seres humanos necesita descansar. El caso extremo de agotamiento son los trabajos en condiciones de esclavitud, que no son cosa del pasado, ya que existen todavía en nuestros días. En condiciones de esclavitud, si un trabajador ya no puede seguir cubriendo su jornada (ya sea por salud, porque se rehusa o porque muere), es reemplazado por otro trabajador.

Cuando un patrón o jefe asigna una carga excesiva de trabajo a sus subalternos, en jornadas extendidas, ocurrirán dos cosas:

a. El trabajador se irá tarde a casa, pero al día siguiente llegará también tarde (sin que el jefe pueda reclamar). Entonces, lo único que ocurrirá será un desfase del horario laboral.

b. Las horas de trabajo no serán efectivas. Los empleados no se concentrarán, por lo que los riesgos de cometer errores aumentarán (debido a esto, las leyes limitan las horas laborales de los trabajadores que desempeñan funciones de alto riesgo) y los recesos que tomarán los empleados serán más frecuentes.

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2. Mala organización

Hace años, a un compañero de trabajo mío, con frecuencia su jefe le entregaba los reportes que tenía que revisar media hora antes de la hora de salida. Muchas veces los reportes habían estado en el escritorio del jefe varias horas sin moverse. Este caso podría ser de mala leche, en vez de mala organización; pero en las empresas es frecuente que las órdenes no lleguen a los subalternos con la debida oportunidad.

La persona más eficiente que he conocido es una mujer japonesa que no acumulaba pendientes. Tan pronto recibía una solicitud, la enviaba inmediatamente a la persona adecuada. Luego, cuando recibía la respuesta, reenviaba ésta sin dilación a quien la había solicitado originalmente. No muchos trabajan así.

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3. Distracciones

Somos humanos y, por lo tanto, nos distraemos. Por ejemplo, después del anterior punto y seguido, sentí el impulso de ir por un café. Pero si me tomará demasiado tiempo conseguirlo o si puedo aguantar sin un café por un rato (que era tal el caso), pienso en uno de mis compañeros de la universidad, que decía: “Cuando tengo que terminar un trabajo, no me levanto hasta que lo acabe”.

Las distracciones propias pueden ser fisiológicas o por divagación mental. Las distracciones ajenas pueden ser el teléfono, una junta, una cita externa, una persona que se acerca a hablar contigo a tu escritorio u oficina, etc. En ambientes creativos y en la industria editorial, en ocasiones se encuentran los ambientes que menos alientan la productividad, debido a que las oficinas son ruidosas y muchas actividades no se planean, tales como juntas internas improvisadas o peticiones inesperadas que hacen clientes o vendedores.

Una solución para evitar las distracciones externas consiste en llegar a la oficina antes de que empiecen a sonar los teléfonos o que los saludos matinales te saquen de concentración. Al igual que otras personas que conozco, yo acostumbro llegar temprano a la oficina, para avanzar en los deberes. Esta práctica tienen una ventaja adicional: evito las horas pico del tráfico, por lo que llego más relajado al trabajo y ocupo menos tiempo en trasladarme (por lo que aumento mi eficiencia aun más).

El coco* de la oficina es el correo electrónico. Cuando llegues a tu oficina, hazte un favor y ¡no lo abras! En lugar de atenderlo cada vez que suena una notificación, asigna horarios específicos para consultarlo. Durante mis años en las revistas de automóviles, llegué a recibir 150 correos en un día, que son pocos en comparación con los que otros colegas me han contado que reciben (200 o 300).

Además de mi cuenta de trabajo, muchas veces estuve a cago de las cartas de los lectores (incluso siendo director de publicaciones, me gustaba contestar personalmente), por lo que mi tarea de contestar mails llegó a consumir una gran parte de mi tiempo en la oficina. Si el mail no se atiende correctamente, a la larga habrá una acumulación enorme de cartas electrónicas sin leer y sin contestar (y en algún otro lugar, habrá alguien decepcionado porque no recibió respuesta). Mis recomendaciones para administrar el correo son las siguientes:

a. ¿Debido la naturaleza de tu trabajo las cartas que recibes requieren respuesta inmediata? Si tu respuesta es afirmativa, deberás tener el mail siempre a la vista y ajustado con alertas sonoras y visuales. En caso negativo, asigna horarios para consultar el mail, pero manténte a la orden al teléfono, en caso de algo urgente.

b. Ajusta los filtros de recepción, para hacer tu lista negra, que desvíe automáticamente el correo chatarra (spam) a una carpeta separada. Revisa de vez en cuando la carpeta del spam, para buscar mensajes que se hayan desviado por error, y marcar a los destinatarios en tu lista blanca.

c. Redacta respuestas frecuentes. En las revistas, hay muchos lectores que hacen las mismas preguntas todo el tiempo. Para contestarlas, solía preparar las respuestas en archivos de texto, y sólo copiaba y pegaba la respuesta; luego personalizaba la respuesta con algunos detalles. En temas de trabajo, hay muchas veces que las respuestas previamente redactadas también son útiles, ya sea para contestar o para que tú te comuniques con tus contactos.

d. Durante las vacaciones, viajes de trabajo, días de labores fuera de la oficina o de juntas interminables, ajusta la respuesta automática (out of office), para que tus contactos sepan que no responderás en varios días.

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4. División difusa entre la vida laboral y la personal

En la casa de muchos de nuestros abuelos, a la hora de la comida, no se contestaban llamadas del teléfono. Comer en casa es prácticamente imposible en nuestros días, pero lo que se puede rescatar de las viejas costumbres es el respeto al tiempo personal.

A menos que sea para tratar un asunto que requiere atención urgente, creo que una llamada de trabajo en horas no laborales es una intromisión a la vida privada, que muchas veces implica un mensaje claro del jefe a su subalterno: “Tu tiempo me pertenece y no me importa tu vida personal”. Si quieres ser un jefe como estos, sigue hablándole a tus subalternos durante sus días de descanso o en sus horas libres, pero prepárate a ser odiado.

Si tú mismo eres de los que voluntariamente alargas tu horario laboral, o que llevas trabajo a tu casa, tal vez te hace falta más organización o más eficiencia durante las horas de oficina. En otros países más desarrollados, extender la jornada laboral sólo sirve para despertar sospechas de que un trabajador no está rindiendo lo suficiente en su horario.

La utilidad de dar diariamente “carpetazo” al trabajo es necesario, e incluso ayuda a que seas más creativo. A muchos trabajadores –sobre todo de áreas creativas– se les ocurren muchas ideas en su tiempo libre.

5. Dispositivos multimedia

No sé ustedes, pero cuando las computadoras comenzaron a incorporar capacidades de reproducción de audio y de video, a mí me pareció que no era tan buena idea, y que la productividad saldría perdiendo. Cuando las computadoras de escritorio ganaron capacidades para jugar, escuchar música y ver películas, se abrió la puerta para invadir las fronteras entre la vida laboral y la personal.

Ambos bandos perdieron: durante las horas de trabajo, las distracciones están a la mano, mientras que los asuntos de trabajo están disponibles durante el tiempo que debería estar dedicado al esparcimiento. Los dispositivos portátiles (computadoras, teléfonos inteligentes y tabletas), mezclados con cuentas de correo personales y de trabajo, así como otras irresistibles distracciones, sólo agravaron el problema.

Evita tener juegos, música, videos y fotos personales en tu computadora de trabajo, y evita tener archivos de trabajo en tu computadora personal.

6. Redes de ocio

Llámalos como quieras, Facebook, Twitter, Candy Crush, Pinterest, Farmville, Linkedin, TED, Scoopit, Slideshare, Youtube; todos tienen en común algo: te distraen en el trabajo. En las pocas empresas en las que no han bloqueado el paso a sitios web de ocio, es común que los empleados tengan abiertas una o más cuentas de redes sociales permanentemente. Si quieres ser productivo durante las horas de trabajo, evítalo. Además, tu imagen profesional pierde puntos si la gente en tu oficina ve constantemente una ventana abierta con redes sociales.

Es preocupante la tendencia a mezclar mensajes de todo tipo (laborales y personales) a través de todo tipo de redes (y no me refiero a aquellas personas que administran cuentas de redes sociales de empresas). Por cortesía, en Facebook se aceptan personas que se conocen por trabajo, que acaban mezcladas con los familiares y amigos. De esta manera, la división entre vida laboral y personal será nula, a menos que tengas dos cuentas distintas: una personal y otra laboral. La otra alternativa será crear grupos (amigos, familiares, contactos de trabajo, etc.) y filtrar mediante los ajustes de tu cuenta.

Hay ocasiones en las que el único medio para comunicarse con algún contacto de trabajo es a través del Facebook. Esto ocurre muchas veces cuando alguna persona cambia de trabajo (y, por lo tanto, de teléfonos). Si dicha persona es uno de tus amigos de Facebook, será fácil localizarlo a través de esta red, en vez de pedir sus nuevos datos a algún contacto mutuo.

A veces ocurre que necesitas algún dato de Facebook para el trabajo (en serio), por lo que abrirás la cuenta durante las horas laborales. El problema que acarrea esta mezcolanza es semejante al que nos enfrentamos cuando visitamos un supermercado: hay muchas cosas disponibles, pero sólo necesitas unas pocas. Al buscar los datos en Facebook, acabarás ocupando más tiempo del estrictamente necesario, debido a que encontrarás muchas distracciones. El Facebook, como los supermercados, están diseñados para que el cliente recorra una cierta distancia antes de encontrar lo que realmente busca y, durante el recorrido, ver muchas cosas que no necesita. La solución en ambos casos es la misma: hacer previamente una lista de lo que buscas.

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6. Tú, el teléfono y el Wattsup: un buen trío, a veces

Recomiendo tener dos teléfonos: uno personal y otro para el trabajo (igual que cuentas de correo para trabajo y vida privada). La molestia de cargar dos aparatos será más que compensada. Al separar los contactos de trabajo de los amigos y familiares, lograrás un enfoque más claro en tus facetas laboral y personal. Quienes trabajan por su cuenta, pueden incluso abaratar los costos, ya que al sumar planes de telefonía, obtendrán más minutos totales que con contratos tarifarios que cuestan fortunas.

En lugar de tener un aparato en el que aparecen constantemente notificaciones de mensajería (Wattsup, por ejemplo), los puntos que tus amigos lograron con Candy Crush, etc., mezcladas con mails de trabajo; es preferible que tengas dos aparatos: uno profesional y otro personal. En las horas laborales, deja en silencio y guardado tu teléfono personal, y en el tiempo libre, haz callar y guarda tu teléfono de trabajo. Procura no ceder a la tentación de compartir tu número de trabajo con los amigos y familiares, y el número personal no lo compartas con tus contactos de trabajo.

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Comentario final

Aprovecha tus horas laborales para que luego puedas disfrutar más tu tiempo de esparcimiento. Ambas facetas de tu vida mejorarán. Conozco a varias mujeres que son madres solteras, que han logrado criar a sus hijos y, al mismo tiempo, continuar con éxito su carrera profesional. Una de ellas lo logró saliendo del trabajo diariamente a la hora oficial, para llegar a diario por su hijo puntualmente a la guardería (la cual amenazaba con no recibir más a cualquier niño cuya mamá se atrasara para recogerlo). Mi admiración hacia estas mujeres y a toda persona que puede dividir sus vidas profesional y personal.

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*coco. m. (regionalismo mexicano). Personaje imaginario que se utiliza para meter miedo a los niños: ¡Ahí viene el coco!

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