![Ford T Centennial, high wheeler bicycle and safety bicycle with people dressing old fashion clothes, in Ford's Greenfield Village museum, Dearborn, Michigan. / Photo by Rogelio Rivera-Nava / www.rogelioriveranava.com / [ Focal length: 18 mm | Shutter speed: 1/60 second | f number: 11 ]](https://rogelioriveranava.files.wordpress.com/2013/12/ford_t_bici_rt5.jpg?w=788&h=512)
Ford T Centennial, high wheeler bicycle and safety bicycle with people dressing old fashion clothes, in Ford’s Greenfield Village museum, Dearborn, Michigan. / Photo by Rogelio Rivera-Nava / http://www.rogelioriveranava.com / [ Focal length: 18 mm | Shutter speed: 1/60 second | f number: 11 ]
[Alcance geográfico: México] [Tema: Cómo ha cambiado Ciudad de México a favor de los ciclistas]
Mientras lees esto, una revolución está ocurriendo en las calles de la capital de la República Mexicana. No es como la revolución armada de 1910, sino una lucha de ciclistas por conquistar las calles.
Si se entiende una revolución como un cambio propiciado por la sociedad sobre las estructuras existentes en un tiempo relativamente breve, en el presente estamos atestiguando una revolución en el transporte.
Ya era hora.
Cada día son más los ciclistas que se aventuran a pedalear por las calles, para llegar a sus escuelas, trabajos o actividades diversas.
Hace no muchos años, la idea de una sociedad ciclista en México parecía un sueño irrealizable. Parece que la capital de este país ha avanzado siglos desde que se hablaba despectivamente de “pueblos bicicleteros” para referirse a lugares supuestamente incivilizados.
[ ]
Cuestión de semántica
Esta revolución de la que hablo se podría dirigir por muchas vertientes, y el diccionario de la RAE da pistas de los matices.
revolución.
1. f. Acción y efecto de revolver o revolverse.
La primera acepción de “revolución” puede hablar de la mezcla de tipos de transporte que pueden usarse para llegar al mismo destino: bicicletas, automóviles* particulares (las motos incluidas) o transportes públicos, sin olvidar que nuestros propios pies nos pueden llevar bastante lejos, aunque a menor velocidad.
2. f. Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación.
La segunda acepción se acerca a lo que más recuerdan muchos de una revolución: que es necesario el sacrificio de personas y que hay un período violento.
4. f. Cambio rápido y profundo en cualquier cosa.
Descarto la tercera acepción y voy a la cuarta. Ésta sugiere lo que muchos quisieran de una revolución, aunque sin el peligro de la segunda acepción.
[ ]
La lucha por el asfalto y el concreto
Me parece emocionante la revolución bicicletera que atestiguamos en la actualidad.
Este cambio, sin embargo, sigue el estilo de muchas revoluciones tercermundistas que, con frecuencia, derrocan dictadores sólo para encumbrar a nuevos tiranos.
Las revoluciones de cualquier lugar del mundo se valen de la gente común y corriente para conformar sus ejércitos, aunque peleen sin saberlo por las causas de otros. Será el “populacho” el que proporcione la carne de cañón a la hora de ir al campo de batalla.
Las personas de las cúpulas económica, política e intelectual serán testigos lejanos de la lucha, y si muere alguno de ellos, se convertirá probablemente en un mártir. La sangre de los otros, de Simone de Beauvoir, retrata magistralmente este fenómeno.
Con la ingenuidad que caracteriza a Latinoamérica, los que antes estaban desamparados, seguirán estando desamparados una vez que termine la revolución. Otras veces, las revoluciones estilo latino terminan a veces con una pregunta general: “¿Y ahora qué haremos?
En la revolución bicicletera actual, el anterior dictador urbano, el automóvil particular, parece ir perdiendo su hegemonía a favor de otros medios de transporte: en avenidas importantes, como Insurgentes y Cuauhtémoc, cedió carriles al Metrobús (un sistema al estilo de un BRT) y tiene que compartir su espacio con las bicicletas, que cada vez son más.
Pero las masas -es decir, los peatones- ahora tienen un nuevo enemigo: la bicicleta.
En las banquetas, los peatones no sólo tienen que evadir espacios que se apropian los vecinos con jardineras, mesas de restaurantes y automóviles invasores, sino que ahora también ven su espacio invadido por ciclistas, que se niegan a transitar por donde deben: las calzadas, junto a los automóviles.
Al cruzar las calles, los peatones están más expuestos que nunca a ser atropellados, debido a que las bicicletas pueden aparecer en sentido contrario y en completo sigilo.
En los cruceros, la gran mayoría de los ciclistas se niegan a detenerse, tal vez para no perder su impulso o para no tener que bajar los pies, sin importar que los peatones tengan el siga.
Las “cebras” son invadidas constantemente por los ciclistas, por lo cual los peatones tienen menos espacio para cruzar las calles.
Es decir, los desamparados siguen y seguirán desamparados.
[ ]
Daños colaterales
Como toda revolución, las bajas civiles no faltarán.
Pese a que todavía le cuesta trabajo a muchos conductores respetar a los ciclistas, al final de cuentas sí ha habido un cambio, por lo menos en Ciudad de México.
En la capital de México se nota un cambio de mentalidad en los conductores, que aunque sea a disgusto, cada día van aceptando más a los ciclistas. Es cierto que aún falta para llegar a un ideal de convivencia urbana, pero el avance no puede negarse.
Mientras llega un futuro en el que todo tipo de automóviles convivan en armonía con los ciclistas y peatones, las bajas seguirán en los bandos más vulnerables, es decir, las personas que pedalean o que van a pie.
Con frecuencia, los ciclistas olvidan que estamos en un período de transición en el que los conductores deben acostumbrarse a los ciclistas. Mientras tanto, seguirán ocurriendo a diario accidentes por el factor PNTV (perdona, no te vi), es decir, sin mala intención.
¿Quién tiene la culpa de los accidentes entre automóviles y bicicletas?… Sería necio buscar culpables porque, de todas formas, los ciclistas se llevarán la peor parte. Más necio resulta que los ciclistas no estén consientes de su vulnerabilidad y que no busquen maneras de hacerse visibles y de convivir mejor.
¿Cómo podemos contribuir a llevar a buen término la revolución bicicletera? A continuación, los sí y los no, según mi criterio.
[ ]
Cómo sí se logrará la revolución bicicletera en México
-Usar la bicicleta para trayectos que antes hacías en automóvil.
-Transitar por las calles y jamás sobre las banquetas (es decir, sobre el pavimento).
-Transitar en el sentido de las calles.
-Detenerse en los altos, sin invadir los pasos peatonales.
-Hacerte visible en todo momento.
-Buscar lugares adecuados para estacionar y guardar tu bicicleta, sin estorbar.
[ ]
Cómo NO se logrará la revolución bicicletera en México
-Llegar en bici al restaurante de moda para que tu prospecto, tus amigos o tus colegas noten lo cool y ecológico que eres.
-Conducir tu automóvil y recorrer el último tramo mediante las Ecobici, para no tener que sufrir los parquímetros.
-Usar la bicicleta para ahorrarse unos minutos, para transportarte a un destino al que puedes llegar a pie.
-Circular en sentido contrario (nadie espera una bici en sentido contrario).
-Circular por las banquetas y parques, como niño chiquito.
-Circular a la misma velocidad de un peatón por cualquier carril de una avenida rápida (mucho peor si es en sentido contrario).
-Practicar karaoke o ir escuchando un audiolibro con audífonos mientras circulas por las calles.
-Lanzarle miradas de “¡Ash, te odio!” a los conductores que osen no verte (porque tú no te hiciste visible). ¿Acaso no notan que estás salvando al mundo?
-Estacionar tu bicicleta de manera que estorbe a los peatones, a tus vecinos o a tus compañeros de casa.
-Comprarte la bicicleta más exótica y actual que puedas, sólo para estar a la última moda.
-Ir tocando la campana para que los peatones te abran paso por las banquetas.
-Llevar a pasear a tu(s) perro(s) en bicicleta, para que ellos se cansen más y tú, menos.
-Subir cada semana tu bicicleta a tu SUV de 2 1/2 toneladas y viajar 90 kilómetros de ida y regreso, para pedalear 6 km en un bosque.
[ ]
*Entiéndase automóvil en su más amplio sentido, que incluye coches de todos tipos (sedanes, hatchbacks, coupés, descapotalbes, furgonetas, vagonetas), así como camionetas de carga, camiones, autobuses y motocicletas de dos o más ruedas.
(De auto- y móvil).
adj. Que se mueve por sí mismo. Se dice principalmente de los vehículos que pueden ser guiados para marchar por una vía ordinaria sin necesidad de carriles y llevan un motor, generalmente de explosión, que los pone en movimiento. U. m. c. s. m.
10/Ene/2014. Primera revisión. Correcciones de redacción.