De cómo hemos desechado medios de comunicación eficaces (como el e-mail) para acabar persiguiendo la última moda en mensajería instantánea (que puede quedarse obsoleta tarde o temprano).

http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Telegraph_sounder_converted_to_telegraph_key.jpg?uselang=es / Author: Cqeme
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[Alcance geográfico: México, Latinoamérica y el infinito de Internet] [Tema: Los nuevos sistemas de mensajería automática van sustituyendo a los medios más eficaces, como el e-mail]
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Cuando era adolescente, envié cartas e incluso, alguna vez, un telegrama*. Ante esta declaración, cualquiera de ustedes, estimados lectores, de inmediato pensarán en mi edad. ¿40, 5o, 60 años? Pero más allá de la edad, aunque se crea que el correo físico y el telégrafo* son cuestiones del pasado, resulta que todavía existen.
Sí. Aunque no lo creas, el telégrafo todavía existe, y tal vez seguirá existiendo después que el Whatsapp pase de moda o cambie de nombre. Mientras escribo este artículo, consulté en Internet si existen aún los telégrafos (aunque lo hice sólo por mi costumbre de corroborar los datos) y, sin sorpresa, confirmo que siguen funcionando: http://www.telecomm.net.mx/
En cuanto al correo físico, el cartero sigue trabajando tanto o más que antes, a pesar del paso del tiempo. Si antes entregaba cartas personales, periódicos y revistas, ahora lleva estados de cuenta, publicidad y paquetes de mercancía.
Si así lo quieres, puedes enviar una carta de papel o un telegrama, que llegará a su destinatario, aunque no tan rápido como un mensaje electrónico.
Pero actualmente el e-mail parece un medio de comunicación tan obsoleto como el fax, sólo un poco menos antiguo que un telegrama.
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Tiempos antiguos, tiempos modernos
En mi adolescencia y en la etapa previa, me gustaba escribir cartas de mi puño y letra. Antes del e-mail no había otra alternativa. El teléfono era un método más seguro, pero me gustaba el correo.
Escribir, doblar las hojas de papel y meterlas en el sobre; mojar con la lengua el pegamento del sobre para cerrarlo, y llevar la carta a la oficina postal. Todo el proceso era un ritual, que difícilmente comprenderá alguien que está acostumbrado a escribir un mensaje de Whatsapp y obtener una respuesta en pocos segundos.
De la misma manera que un e-mail, las cartas podían llevar attachments (fotos impresas en papel, recortes de periódicos, flores secas, etc.); tenían textura (el grano propio del papel o el relieve de la escritura, según lo fuerte que el remitente oprimiera la pluma contra el papel), e incluso olían, ya fuera por el proceso aplicado a la celulosa o porque el remitente había impregnado la carta con algún perfume.
Hay mucha más esencia de una persona en una carta física, que en cualquier mensaje electrónico.
Alguna vez mandé un telegrama. Aunque pude haber usado el teléfono, me gustaba tanto el telégrafo, que quise correr el riesgo.
Iba a visitar a un amigo a otra ciudad y envié el telegrama dos días antes, para confirmar. De todas formas él sabía que yo iba, así que el telegrama era sólo una confirmación.
Al llegar a la estación de autobuses de la otra ciudad, no había nadie esperándome, por lo que tuve que tomar un taxi. Llegué a la casa de mi amigo y él y su familia llegaron dos horas después. Cuando les dije que había mandado un telegrama, me gané una burla de antología.
Otra ocasión, cuando a mediados de los 90 comenzaba a usarse el e-mail, una noche llegué a mi casa y me conecté a Internet por medio del teléfono (una conexión dial-up). Encontré un correo electrónico de un amigo, que decía algo parecido a lo siguiente: «¡Hola! ¿Nos vemos hoy en la tarde en mi casa? Vendrán los amigos de siempre para comer y ver una película».
La invitación sonaba muy bien, excepto por un pequeño detalle: yo estaba leyendo el e-mail en la noche, y sobra decir que era demasiado tarde para unirme al grupo para comer y ver una película. Seguramente ya todos estaban en sus respectivas casas cuando me enteré.
Lo que tienen en común las dos anteriores historias es el uso de un medio inadecuado para cierta situación. Pero los medios funcionaron sin falla. Si te lo preguntabas, el telegrama sí llegó.
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La última moda en comunicación
Francamente, no entiendo por qué la gente determina que un medio de comunicación se queda fuera de moda y lo desecha.
Creo que la decisión de usar «x» o «y» mensajero instantáneo está regido por los mismos caprichos que la moda en el vestir. La gente de vanguardia usará aplicaciones (o prendas) de vanguardia, y abandonará los sistemas (o la ropa) conocidos porque «ya todos los usan»; los que están ansiosos por lo innovador (early-adopters) estarán orgullosos de presumir que están un paso adelante que los demás; el resto de pobladores de Internet, acabarán siguiendo a los vanguardistas e innovadores, sin tomar en cuenta ningún otro factor más allá de la popularidad de la aplicación; pero no la eficiencia, seguridad ni el costo real.
El e-mail se hizo tan confiable en tan poco tiempo, que muchas empresas comenzaron a usarlo como un medio para acosar seducir a sus posibles presas compradores. Por tal motivo se crearon los filtros y bandejas de spam.
Toda aplicación o red social permite configurarse para enviar mensajes de e-mail, para notificar algo de manera eficaz a un usuario. Por algo lo harán, ¿no?
Entre todos los medios de comunicación personal existentes en la actualidad, el e-mail y los mensajes SMS no son perfectos, pero tienen altos índices de confiabilidad, que sobrepasan, por ejemplo al Whatsapp (el cual, por motivos inexplicables para un usuario normal, en ocasiones falla).
Pero entre los vanguardistas, innovadores y seguidores de las modas, el e-mail y el SMS están tan demodé como decir que algo «pasó de moda», en lugar de decirlo con algún extranjerismo (demodé, por ejemplo).
Si le envías a alguien un e-mail, y tienes la suerte de que tu carta electrónica no sea identificada como un spam, hay una altísima posibilidad que el destinatario lea tu mensaje. Será decisión del destinatario si lee o no tu comunicado; pero el pretexto «¡No recibí tu mail!«, con frecuencia, no es nada más que eso: un pretexto.
Me parece increíble que en estos días, con la disponibilidad de teléfonos celulares y todos los servicios de mensajería por texto, llamadas en video y demás maravillas de las comunicaciones, la única posibilidad de no perderse reuniones, sucesos o noticias, depende de sólo un factor: Debes mantenerte alerta de todos los canales de comunicación posibles, las 24 horas del día.
Ya que todos los servicios y redes sociales incluyeron algún sistema de mensajería, puede ser que recibas una invitación, solicitud o hasta una propuesta de negocios en Facebook, Twitter, Linkedin, Viber, Whatsapp, Skype o cualquier otro servicio de mensajería.
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Locuras modernas
La locura por la comunicación instantánea está transformando nuestra forma de pensar, al grado de enojarnos cuando alguien no responde de inmediato el teléfono o un mensaje escrito, que enviamos desde cualquiera de los medios de moda.
Otros usuarios no pueden pasar mucho tiempo lejos de su teléfono, computadora o tableta. Con frecuencia, cuando el teléfono de alguien se queda olvidado en otro lugar o sufre una avería, el dueño es presa de episodios de ansiedad extrema. En tales ocasiones, la gente hace cosas increíbles para recuperar el aparato que le permite estar comunicado.
En el afán de estar presentes en todos los medios posibles, nos apresuramos a adoptar sistemas de comunicación mediante texto, voz o imagen (fija o en video), para estar mejor comunicados.
Actualmente, el criterio para seleccionar sistemas de mensajería (cualquiera que sea su tipo), parece más movido por las modas, que por la lógica.
De los medios que usas, ¿sabes su nivel de protección de datos?, ¿cuánto pagas realmente por el consumo de transferencia de datos, aunque sea en un plan de telefonía?, ¿al usar algún mensajero instantáneo, cuánta energía consumen tus dispositivos y la infraestructura en Internet; es decir, cuál es tu huella de carbono resultante de cada mensaje que envías o recibes?
No nos queda otra opción que ir siguiendo la moda, si queremos mantenernos comunicados. La vida continuamente nos obliga a adaptarnos. ¿Es hora de empezar a mandar telegrams?
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Un telegrama en el siglo XXI
A principios de los 90, cualquiera podía esperar una respuesta por mail después de varios días. Era perfectamente normal. En aquellos años, cuando yo tenía amigos por correspondencia de otros países, alguna vez atestigüé un récord de velocidad del correo (el físico). Nueve días fueron necesarios para que una carta mía llegara a su destino, en Europa, y tuviera una respuesta de vuelta en mi casa. Nueve días era un tiempo extremadamente corto. Entonces, cualquier usuario del servicio postal tenía la paciencia para esperar nueve semanas, si era necesario.
El caso de mi amigo que me hizo una invitación con horas de anticipación, era una muestra de lo que nos esperaba a todos con el advenimiento de las comunicaciones instantáneas. Con los primeros módems de 2,400 baudios (miles de veces más lentos que los actuales) y el alto costo de la transferencia de datos, nadie pasaba conectado a Internet todo el día. Ahora es posible estar pendiente de todas las comunicaciones las 24 horas del día, perdón, 24/7.
En los últimos cuatro años recuerdo por lo menos cinco ocasiones en las que leí un mensaje a destiempo y lo lamenté.
Sea cual sea el mensajero instantáneo que utilices, si te urge comunicarte con alguien, no puedes quedarte esperando dos o más días a recibir una respuesta. ¿Tu destinatario no contesta? Intenta otro medio de comunicación.
Mi cuenta de Facebook está mezclada con contactos personales y de trabajo, por lo cual tengo que recurrir a esta red social más tiempo de lo que creo conveniente. Para limitar el tiempo que me distraigo al consultar Facebook, tomé la decisión de desinstalar la aplicación móvil de mi teléfono. Luego decidí que en la computadora fija sólo consultaría esta red social dos veces a la semana. Ahora confío en la fuerza de voluntad y en los ajustes, para recibir notificaciones en mi confiable correo electrónico.
Desde que tomé estas medidas, de vez en cuando me encuentro mensajes que me hacen recordar mis primeros días on-line, cuando mi amigo pensó inocentemente que yo leería su mensaje en los siguientes dos minutos. En los últimos años me he perdido invitaciones por leerlas a destiempo o peticiones urgentes, incluso de trabajo.
Muchas veces, los remitentes tienen mi número de teléfono, por lo que me hago la misma pregunta que mi otro amigo (el del telegrama) me hizo en su momento: «¿No puedes usar el teléfono?».
En nuestros tiempos, una llamada telefónica suena novedosa y, si la red de telefonía móvil lo permite, tal vez puedas escuchar de viva voz a quien quieres contactar. El costo del teléfono es cada vez menor, por lo que nadie se quedará en banca rota si hace una llamada de larga distancia. Pero muchos se resisten a hacer una llamada, para no gastar.
¿La información sin costo de Internet nos está convirtiendo en freaks obsesionados con la tacañería?
A veces, el telegrama que alguien mandó, llegará tarde, pero llegará. Y tal vez el destinatario olvidará abrir su buzón y no lo verá a tiempo. Creo que el remitente debe considerar esta posibilidad, así como un error del sistema. Si no recibes una respuesta por mail en un tiempo razonable, hay que intentar por SMS o por teléfono.
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Divergencia
Me parece que no tiene mucho sentido adoptar con los brazos abiertos todo nuevo sistema de mensajería que aparece en escena. Basta leer esta lista para saber a lo que me refiero: Desde los años 90 hasta la fecha, han ido y venido decenas de clientes de mensajería nuevos, que se ponen de moda y luego desaparecen. ¿Alguien recuerda el ICQ?
Actualmente, el e-mail y los mensajes SMS (los de celulares, los normales) son los medios de comunicación más eficaces, incluso en emergencias. Sin embargo, la gente joven los desdeña, ya sea porque este primero es aburrido y el otro porque tiene un costo. ¿Acaso la conexión a Internet móvil no tiene un costo?
Parece que no hemos meditado en la utilidad de darle pista libre a softwares propietarios, que ofrecen medios novedosos de comunicación, pero que marginan a muchos usuarios. En México, en estos días sólo 40% de los usuarios de telefonía tienen un smartphone y, aunque este número crece a un ritmo exponencial, la diversidad de medios crea clubes temporales de usuarios, que se aíslan de los demás usuarios.
Incluso cuando el 100% de los usuarios de telefonía móvil tengan smartphones, el número de opciones de mensajería tiende a ser cada vez mayor, por lo que todos se acabarán preguntando lo mismo que seguramente ya has escuchado recientemente: «¿Cuál mensajero instantáneo debo utilizar, Whatsapp o Telegram?».
A los nativos digitales les encanta presumir que sus padres o abuelos comenzaron a usar MSN Messenger**, Skype, Facebook, Twitter, Whatsapp, Viber, Telegram, o cualquier otro sistema que permita comunicación instantánea. A veces olvidamos que la adopción de cada nuevo sistema, lejos de causarle emoción a la gente mayor, mas bien les ocasiona ansiedad y confusión. ¿Algún día sentiremos lo mismo nosotros?…
Por ahora nos complace consultar el teléfono móvil cada 15 minutos (o cada minuto) para ver cuántas nuevas notificaciones hemos recibido, por una docena de medios distintos. Apenas hace 30 años, esto era una ficción. Ya a nadie sorprende la permanente conectividad.
La perspectiva de una moderna esclavitud digital no parece quitarle el sueño a nadie.
Cuando algún banco me pide un fax como requisito de un trámite, me dan ganas de preguntar: «¿Se lo mando a 1990?». Ahora creo que mis alumnos quieren decirme algo semejante cuando les pido que me envíen una tarea por e-mail. Resulta que la gente de menos de 25 años tiene cuentas de correo electrónico, pero solamente porque éstas son un requisito para dar de alta sus cuentas de redes sociales o porque se las exigen en la escuelas; pero no las usan.
Lo que puede hacer que nos caguemos de risa es que aún existen los telegramas. Y lo que nos caga de susto es no recibir algún mensaje importante.
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* En el Mexico actual existen municipios alejados de los centros de población, que no tienen cobertura de telefonía celular, y donde los teléfonos fijos son pocos. Pero incluso en el más apartado de los pueblos, nunca faltará una oficina de telégrafos. http://www.telecomm.net.mx/
** Con todo y sus cambios de nombre, el MSN Messenger ya no existe. http://es.wikipedia.org/wiki/MSN_Messenger