Hoy se hizo una competencia entre medios de transporte en Ciudad de México, con un obvio ganador: la bicicleta. Pero antes de pensar en reconvertir a la ciudadanía a las dos ruedas, ¿no deberíamos buscar otras soluciones más racionales; por ejemplo, recorrer distancias más cortas?
[Alcance geográfico: Ciudad de México, México, Latinoamérica] [Tema: Alternativas de transporte en Ciudad de México] [Competencias entre distintos medios de transporte: auto, moto, bici, transporte público, personas a pie, aviones, embarcaciones…]

De izquierda a derecha: Alejandro Saldívar, José Luis Matarredona y Rogelio Rivera. Foto: Arturo Rivas. Paradero de transporte público fuera del centro comercial Santa Fe, en avenida Vasco de Quiroga. Julio 2002.
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Abstracto y una aclaración
Hoy, 19 de agosto, en Ciudad de México se realizó una competencia entre distintos medios de transporte. Personas a pie, en bicicleta, en patines, en motocicleta, en transporte público y en automóvil hicieron el mismo recorrido de un punto a otro de la ciudad.
La ruta fue de 9 km, de San Lázaro a la colonia Nápoles. La bicicleta logró el menor tiempo, con un poco más de 22 minutos (que resulta en un promedio de velocidad de 24.3 km/h).
Sólo una aclaración, para evitar malos entendidos. Creo que el problema de transporte que tenemos es muy complejo y que su solución dependerá de muchos factores.
Ya sea que optemos por sustituir los automóviles por transporte público, bicicleta o motocicleta, de todas formas sigue siendo muy alta la demanda de viajes diarios y son muchos los kilómetros que los habitantes recorremos.
Persisten además otros problemas que no permitirán que la gente renuncie fácilmente al automóvil particular; por ejemplo, la inseguridad.
Por éstos y muchos otros motivos, quizás faltan décadas para que el automóvil particular sea sustituido por otros métodos de transporte.
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¿La bicicleta es una solución?
Qué bueno que la bici haya ganado la competencia de hoy en Ciudad de México. Desde que se realiza esta competencia, hace tres años, todas las veces la bicicleta ha salido victoriosa. ¿Quién apostaría contra la bici, en una urbe como el D.F., con promedios de velocidad del automóvil de menos de 15 km/h en horas pico?
Aunque siempre hay sorpresas, creo que desde un inicio es obvio cuál medio de transporte perderá. ¿Alguien además de mí piensa que las competencias muchas veces están hechas para que haya un obvio perdedor?
En el desafío multimodal de hoy en Ciudad de México, era imposible que el automóvil ganara. Hoy, martes, es un día hábil, con tráfico. Ayer entraron los niños y jóvenes a las escuelas de educación básica a media, por lo que las calles se saturan todavía más de lo acostumbrado.
En una ciudad de dimensiones sobrehumanas como la capital de México, el uso masivo de la bicicleta podría ocasionar más problemas que soluciones, si no se recurre también a otras medidas.
¿Qué hay de las enfermedades pulmonares que pueden sufrir los ciclistas por respirar aire contaminado?
¿Habrá alguien que quiera (o pueda) hacer diariamente recorridos largos en bicicleta, a pesar de los días lluviosos, demasiado fríos o de contingencia ambiental?
¿Los ciclistas estarán dispuestos a afrontar el riesgo de transportarse muchos kilómetros, por ejemplo, desde Indios Verdes a La Condesa, de Tultitlán a Fuentes Brotantes, de Chalco a la Central de Abastos, de Lomas Verdes a Polanco, de Ecatepec a La Lagunilla, etc?
(Antes de contestar la anterior pregunta, habría qué olvidar por un momento la cantaleta de «Los automovilistas no nos respetan» y fijarse en el riesgo implícito de la bicicleta. En rutas ciclistas profesionales o de amigos, también hay posibilidades de accidentarse, sin la intervención de automóviles.
¿Qué pasará cuando la proporción de ciclistas en México se acerque a la de Europa? ¿Tendremos entonces atascos viales de bicis, en lugar de «embotellamientos» con autos?
¿Estamos aprendiendo las lecciones de otros países, que desde hace años están reconvirtiéndose a la bicicleta?
¿Los burócratas que dictan desde su oficina que 8 km se pueden recorrer en bici, están dispuestos a transportarse diariamente a trabajar en bicicleta, y no solamente un día a la semana?
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El ejemplo de otros países
A la distancia parece que Europa es feliz con gente que se transporta a sus trabajos o escuelas en bicicleta, pero antes hay que preguntarles a ellos qué opinan de su situación.
Lee el siguiente artículo (en inglés) sobre la saturación de bicicletas en Europa.
Bike Boom_ Popularity of Cycling Leads to Overcrowding – SPIEGEL ONLINE
Y Europa no es el peor ejemplo. En Asia, algunas mega ciudades resienten los atascos viales de bicicletas y motocicletas desde hace años.
Incluso si, como dicen las encuestas de las autoridades ambientales, 50% de los recorridos en Ciudad de México son de hasta 8 km, habrá qué preguntarle a una mujer joven y saludable si haría en bicicleta su recorrido diario desde su casa, en Las Águilas, hasta su trabajo, en Santa Fe.
Esta mujer, mamá soltera, todas las mañanas sale de su casa rumbo a Santa Fe y hace una parada intermedia en la guardería de su hijo. La distancia que recorre es de 8 km, más otros 8 km de regreso, todos los días.
Si le preguntan a ella si iría en bici al trabajo, su respuesta es «no».
Su ruta diaria tiene muchas subidas y bajadas; muchas de las calles que transita apenas ofrecen condiciones para los automóviles (porque tienen muchos baches y topes). Y a simple vista, algunas zonas por las que pasa la ruta, parecen inseguras.
Ella no está dispuesta a exponer a su hijo ni a sí misma a estas condiciones de tránsito.
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Los granitos de arena no están sirviendo
Por supuesto, la bicicleta es una más de las alternativas que pueden solucionar nuestros problemas de transporte.
Me alegra que mucha gente opte por transportarse en bici. Pedalear es un buen comienzo para dejar de depender tanto del automóvil.
Pero la bicicleta no es el super héroe que nos salvará del tráfico y de la contaminación, ya que el problema que problema que enfrentamos, además de ser inmenso, también es muy complejo. La solución a un problema de esta naturaleza no puede ser simplista.
Muchos dirán que resulta preferible poner un granito de arena para combatir la contaminación y los atascos viales; pero el principio de las supuestas acciones pequeñas que llevan a grandes cambios sólo consiguen que los ciudadanos tengan la falsa ilusión de estar contribuyendo a solucionar un problema.
Porque todos quieren calles vacías y aire limpio, pero nadie quiere renunciar a su auto, motocicleta o a sus comodidades y, en cambio, prefieren poner sus «granitos de arena».
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¿Y si reducimos la demanda de transporte?
A mi parecer, las posibles soluciones al transporte no son el automóvil eficiente (híbrido, eléctrico), ni la motocicleta, ni el transporte público, ni la bicicleta.
O, por lo menos, ninguno de ellos es un super héroe solitario que nos salvará de los atascos viales y de la contaminación. Estos transportes (solos o combinados) no ofrecerán una solución efectiva si seguimos recorriendo grandes distancias a diario.
¿A alguien le parece lógico tener que transportarse todos los días laborales de un extremo a otro de una urbe, o incluso desde una ciudad vecina?
Desde hace unos pocos decenios, Ciudad de México y sus zonas conurbadas han crecido hasta alcanzar unas dimensiones monstruosas.
Algunas encuestas de transporte (no la del 50% que recorre 8 km) demuestran que cada día la gente recorre mayores distancias, entre límites de delegaciones del D.F., de municipios del vecino Estado de México, y hasta de ciudades aledañas: Cuernavaca, Pachuca y Toluca.
Trabajé durante 10 años en Santa Fe, en el poniente de Ciudad de México. Ahí conocí personas que recorrían a diario no menos de 15 km para llegar al trabajo (más otros 15 para regresar a sus casa).
Algunos, con suerte, vivían en Cuajimalpa o los alrededores, a 6 km. Incluso los que vivían a esas distancias se quejaban del tráfico.
Otros se transportaba diariamente desde Xochimilco, Santa Mónica, Zaragoza o Metepec, en el vecino Estado de México. Había compañeros que podían recorrer 80 km al día, viaje redondo.
En mis días de estudiante, en el campus central de la UNAM, tenía un compañero que vivía en un poblado cercano a Pachuca. Durante todo el primer año de la carrera, él viajaba diariamente, ida y regreso, un total de 120 km.
Él nos contó algunas historias de cuando se quedaba dormido en el Metro o en el autobús. Todos los compañeros decían de él: «pobre».
Con lo que mi compañero gastaba en transporte diariamente, sus papás se dieron cuenta que alcanzaba para rentar una habitación cerca de la universidad. Así lo hicieron un buen día, y la vida de este colega mejoró mucho.
Entonces podía llegar a pie a la escuela y yo lo envidiaba.
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Regresar a los barrios
¿Dónde quedó el plan de hacer núcleos de población autosuficientes, que ofrezcan trabajo, escuelas, comercio y lugares de reunión y esparcimiento cercanos, que queden a distancias que la gente pueda recorrer de preferencia a pie?
¿No es hora de dejar a un lado el centralismo, que persiste desde la época de los mexicas, anterior a la conquista y que ahora está peor que nunca?
Si tenemos que desplazarnos lejos del barrio en el que vivimos porque «Aquí no hay nada», no sólo para trabajar o estudiar, sino para cuestiones básicas, como comprar víveres, ¿no deberíamos apoyar la actividad económica local, para que el comercio florezca, y no haya necesidad de transportarse lejos a diario?
Si no nos gusta nuestro barrio porque está aislado de todo y, por lo tanto, se ve abandonado y descuidado, ¿no deberíamos hacer algo para tener fuentes de trabajo, escuelas y comercios que le den vida? Si no somos nosotros, ¿quién va a poner bonito el lugar en el que vivimos?
¿No está comprobado ya que el modelo suburbano que copiamos de Estados Unidos (con zonas habitacionales alejadas de todo) es absurdo y crea una sociedad deshumanizada?
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2002, tres transportes contra la ciudad monstruo
Hace 14 años, mi jefe, José Carlos de Mier, de origen español, en la redacción de Automóvil Panamericano, nos preguntó: «¿Qué pasará cuando México tenga la misma proporción de autos por habitantes que las ciudades europeas?».
Con el paso del tiempo fuimos constatando a lo que él se refería. La proporción de automóviles en México ha crecido y, paralelamente, los problemas viales.
José Carlos es un profesional muy atento a su entorno y, por lo tanto, sabe plantear estrategias a futuro. Estoy agradecido por haber aprendido de él.
Fue precisamente «José Ca» quien sugirió en 2002 hacer una comparativa entre tres medios de transporte: automóvil, motocicleta y transporte público, en la revista Autoplus, que yo dirigía en aquel entonces. Puedes leer el artículo aquí abajo.
¿Cuál ganó?
El director de la hermana revista Motociclismo dijo que la moto ganó.
Para el redactor de la página web, también ganó la moto.
Mi conclusión en 2002 fue la misma de ahora: combinar transportes. Actualmente uso la Ecobici y el transporte público para evitar el problema de estacionamiento. Pero hay lugares a los que es inseguro, demasiado incómodo o muy lento el transporte público. En esas ocasiones, uso el auto.
Visto a la distancia, a mí me parece que los tres medios de transporte perdieron. En una ciudad que exige trayectos tan largos, nadie puede ganar.
Antes, en medios de comunicación europeos se han hecho competencias de automóviles contra aviones, embarcaciones, trenes, bicicletas y motocicletas. El programa de TV de automóviles Top Gear, por ejemplo, ha hecho competencias extravagantes entre el auto y otros transportes.
Para un medio especializado en automóviles como Top Gear, el automóvil es una prioridad, así que, aunque éste pierda contra el reloj, siempre será un transporte más cómodo, más divertido y con mayor estatus.
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Ir en bici a Santa Fe, un deporte extremo
La comparativa, obviamente ventajosa para la motocicleta y el automóvil, no consideró las mejores opciones. Por supuesto, la bicicleta no era una de éstas, en vista de las grandes distancias por recorrer y porque las rutas para llegar a Santa Fe son peligrosas.
A nadie le recomendaría transitar en bici por las avenidas Constituyentes y Reforma poniente, o por el viejo pueblo de Santa Fe, ni mucho menos por la carretera federal DF-Toluca.
La opción más sensata no era uno u otro medio de transporte, sino vivir cerca de la redacción.
Pero los creadores del distrito financiero llamado Santa Fe no planearon centros habitacionales de costo moderado. Solamente los ejecutivos, con altos salarios, pueden vivir en Santa Fe.
¡Ah!, de todas formas, en Santa Fe nadie puede realmente caminar. Todo parece hecho a escala sobrehumana. Las banquetas y los pasos peatonales son hostiles y, las distancias, muy largas para recorrer a pie.
Si alguien vive y trabaja en Santa Fe -incluso a dos cuadras de su oficina-, lo más probable es que use su auto para ir diariamente a trabajar. Y no digo esto como una suposición.
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Una utopía
Cuando dirigía Autoplus, en una gaveta elevada de mi lugar de trabajo, en vez de un póster (afiche) de un auto deportivo, yo tenía una postal de una bicicleta. Para mí, que hasta 2002 llevaba cuatro años trabajando en asuntos relacionados a los automóviles, paradójicamente mi ideal no era el automóvil.
Pero mi utopía tampoco consiste en llegar en bici al trabajo (a pesar de lo mucho que me gusta andar en bici), sino caminando. ¿Es mucho pedir?
La bici y el auto, usados racionalmente, pueden quedarse para otro tipo de recorridos, pero no para uso diario.
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A continuación, el artículo que se publicó en Autoplus en julio de 2002.
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Análisis: automóvil vs. motocicleta vs. transporte público
Tres formas de llegar.
¿Cuál medio de transporte es más rápido?, ¿cuál es más económico?, ¿y cuál es más cómodo?… La capital de México los pone a prueba.
Por Rogelio Rivera Nava / Fotos: Arturo Rivas
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El Distrito Federal y el área metropolitana forman el conglomerado más grande y poblado del país, que impone a sus habitantes una cuota alta, la cual deben pagar en forma de prolongados tiempos para trasladarse de sus hogares hacia los sitios donde realizan sus actividades diarias. Existen algunos pocos afortunados que, al vivir cerca de sus lugares de trabajo o estudio, tardan poco en llegar a éstos. Pero también hay quienes recorren grandes distancias y, por ende, pueden pasar hasta cuatro horas diarias envueltos en un abrumador tráfico.
Es así que en Autoplus probamos tres distintas formas para movilizarse en la ciudad: automóvil, motocicleta y transporte público. Tres miembros de la redacción de Motorpress-Televisa realizamos nuestros recorridos habituales desde las instalaciones de la empresa –ubicadas en Santa Fe– hacia nuestros hogares, utilizando los tres medios de transporte mencionados, y comparando tiempos, gastos y comodidad. En los costos, sólo se incluyó el valor de la gasolina gastada, sin considerar el mantenimiento ni la depreciación por uso del auto y de la moto.
Satélite –en el norte de la ciudad–, Coyoacan –en el sur– y la colonia Nueva Santa María –en el poniente– fueron los tres diferentes destinos que pusieron a prueba a nuestros relojes y nuestra resistencia.
Por razones de logística efectuamos los recorridos de la siguiente manera: Los probadores salimos de Santa Fe en la tarde hacia nuestras casas, y a la mañana siguiente recorrimos el camino de regreso (ambos en el mismo transporte). Intercambiamos turnos para probar el auto, la moto y el servicio público. El cronómetro se detenía en la puerta de entrada a las oficinas, pero en el caso de la moto, elegimos como base de llegada una gasolinería que está a dos minutos de recorrido de la redacción de Motorpress-Televisa, con el fin de calcular cuánto combustible había gastado.
Un Chevrolet Astra 1.8 Comfort automático fue elegido, por ser un auto que podría considerarse promedio, en cuanto a tamaño se refiere. Su computadora de viaje (que es equipo normal en todas las versiones) resultó ser útil para recopilar los datos de distancia, consumo y tiempo.
La motocicleta elegida fue una Aprillia Scarabeo. Su potencia es suficiente para mantenerse al ritmo del tráfico, mientras que su agilidad es la mejor ventaja que tiene sobre los automóviles. Por espacio para carga no sufrimos, porque hay 3 compartimentos con cerradura, con un volumen suficiente para guardar mochilas, dos cascos y objetos diversos.
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Opiniones
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¡Sí a la moto!
José Luis Matarredona. Motociclismo Panamericano.
Tendré que comenzar declarándome un amante de las motocicletas. Al saber de la comparativa que efectuaríamos entre la moto, el auto, y el transporte público fui el primero en estar feliz. Desde un principio sabía que la moto iba a ser muy superior en cuanto a tiempos, aunque no sabía exactamente qué tanto, y en verdad me sorprendí al ver que podía rebajarle hasta la mitad de tiempo al auto. Del transporte publico ni hablar; en verdad doy gracias que sólo rara vez tengo que utilizarlo. Debo decir que el automóvil ofrece más seguridad y aún más si se presenta lluvia, pero de todas formas pude hacer un recorrido de 25 minutos en la moto contra 52 en el auto. De verdad que castigo la comodidad y me quedo con la rapidez de la motocicleta.
Espero que en un futuro no muy lejano, se me unan más motoristas a la causa. Al final beneficiaríamos hasta a los automovilistas y pasajeros de transporte público.
(Consultar tablas de tiempos y costos abajo)
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Eficiencia de la moto
Alejandro Saldívar «Alejo». Automóvil OnLine.
Luego de realizar el mismo viaje en distintos vehículos, me quedo con la eficiencia de la motocicleta. El resultante de ahorrar casi media hora con respecto al automóvil, y más una hora, comparado con el transporte público, inclina la balanza –desde mi punto de vista– a favor de la motocicleta; con todo y mi gran pasión por los autos. Y de la gasolina, ni qué decir.
Si todos utilizáramos más motos, la seguridad de los motociclistas se iría incrementando, al mismo tiempo que fomentaríamos una cultura de la motocicleta en México. No es la opción más barata (el transporte público es más económico), pero sí la más eficaz.
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Combinar es mejor
Rogelio Rivera «Roke». Editor Autoplus.
Mientras me ponía el casco y los guantes, antes de emprender el camino de Santa Fe hacia Coyoacan, sentía el corazón palpitando más fuerte de lo normal; después de todo, no había montado en moto desde que tenía unos 17 años. No tardo mucho en acostumbrarme al equilibrio de la máquina de dos ruedas, y mucho de eso es gracias a mi costumbre de andar en bicicleta, supongo. Sin faltar al reglamento, y sin abusar de la maniobrabilidad de la moto, le rebajo unos 15 minutos al promedio de tiempo habitual en coche (Nota de 2014: este recorrido fue en hora pico, de la tarde). Al día siguiente tuve que salir hacia la oficina–otra vez en la Aprillia– a las 5:00 AM por motivos de trabajo; logro el mejor tiempo jamás realizado en el año y medio que tengo haciendo el mismo trayecto: 23 minutos. El lado negativo fue el hecho de soportar el frío matinal, a pesar de la gruesa chamarra que usaba.
(Nota de 2014: Cuando se hizo esta prueba, yo vivía en un lugar más accesible a Santa Fe, pero algunos caminos para llegar a mi casa no eran muy aptos para la moto; por lo que, para evitar el riesgo y recorrer una distancia mayor, cambié mi ruta a Coyoacan.)
Para hacer una competencia justa, para el regreso a la oficina vuelvo a salir a las 5 de la mañana –como con la Aprillia– pero no logro igualar el tiempo que hice en dos ruedas; me parece sorprendente, porque a esa hora prácticamente no hay tráfico. Sin embargo, la comodidad del auto es superior.
(Nota de 2014: Creo que a bordo de una motocicleta, el conductor suele estar menos consiente del velocímetro. Creo que a esto se debe que hice menos tiempo en moto)
En el recorrido Santa Fe-Coyoacan en el Astra, una carga de tráfico inexplicablemente ligera me permitió hacer 63 minutos –apenas 4 más que en moto–.
En el transporte público dependo por completo de un sistema ineficaz de concesionarios desorganizados, aunque la rapidez del Metro sale a reivindicar al transporte público. En verdad, los automovilistas tienen mucho que agradecerle a los medios masivos de transporte, que llevan una gran cantidad de gente, ayudando a aliviar la aglomeración de coches. Es cierto que se debe sacrificar la comodidad personal, pero viajar codo a codo con gente de tan variadas clases es algo que puede guiar a los sensibles a tener algo de conciencia social.
(Nota de 2014: Las opciones para llegar a Santa Fe en transporte público en 2002 eran escasas. Casi siempre era necesario llegar al Metro Observatorio y ahí tomar un autobús, minibús o furgoneta (una VW Combi) «pesera» hacia Santa Fe. Los choferes de estos transportes suelen ser desconsiderados con los pasajeros: a veces compiten entre ellos para ganarse a los clientes y otras veces van lento, con la esperanza de que aborden más personas; ésto es lo que los profesionales llaman «la guerra del centavo». Unos pocos años después, desde el Metro Tacubaya se hizo una ruta de taxis que llevan todos los pasajeros que quepan en el auto, por una cuota fija. Les dicen los «taxis de la muerte», porque conducen demasiado rápido y de manera imprudente, aunque ningún pasajero se queja abiertamente con el conductor)
Cada medio de transporte tiene sus pros y contras, por lo que yo optaría por una combinación de todos. Habrá algunos destinos a los que conviene llegar en auto, por la distancia; otros para los que sirve mejor la agilidad de la motocicleta, o algunos más a los que resulta muy cómodo ir en transporte público, porque se puede evitar la molestia de encontrar lugar de estacionamiento.
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Pros y contras
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Auto
El automóvil es el rey de la comodidad; brinda gran protección contra el entorno, y mayor probabilidad de salir bien librado en caso de un posible choque. Sus desventajas son el alto costo de operación, la mayor contaminación y el gran espacio que ocupa.
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Moto
A las ventajas de la moto se le opone un inconveniente: vulnerabilidad al entorno. Esto es, un motociclista viaja amenazado por el clima, por los demás vehículos, y es particularmente susceptible a los caminos malos (algo que no es poco común en México). En cuanto a incomodidad, ésta es causada por el ambiente, y no por la postura de conducción, que puede ser mejor que en un vehículo de cuatro ruedas. Si se compara con el costo de operación del auto, el de la moto es muy bajo, y se mantiene la independencia que brinda un vehículo propio.
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Transporte público
Es la más económica de las tres opciones. Los usuarios afrontan en una sola tarifa todos los costos; no se hacen cargo del mantenimiento, ni tienen que pagar por la depreciación de los vehículos (Nota de 2014: ni siquiera tienen que comprarlos). Pese a lo que se pueda decir de la incomodidad, en realidad no es tanta, e incluso se viaja con cierta despreocupación, porque la tensión de ir manejando no existe.
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Tablas
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José Luis Matarredona.
Destino: Ciudad Satélite.
Distancia: 23.2 kilómetros.
Transporte | Tiempo | Gastos | Comodidad |
Auto (ida**) | 52 min. | $15.50 (2.7 litros*) | 8 |
Auto (regreso**) | 58 min. | $16.60 (2.9 litros*) | 7 |
Moto (ida**) | 27 min | $5.20 (0.9 litros*) | 3 |
Moto (regreso**) | 23 min | $5.20 (0.9 litros*) | 5 |
T. Público (ida**) | 1 hora 24 min | $7.50 | 3 |
T. Público (regreso**) | 1 hora 36 min | $7.50 | 2 |
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Alejandro Saldívar «Alejo».
Destino: Nueva Santa María.
Distancia: 18.0 km.
Transporte | Tiempo | Gastos | Comodidad |
Moto (ida**) | 25 min. | $4.00 (0.7 litros*) | 7 |
Moto (regreso**) | 34 min. | $5.20 (0.9 litros*) | 8 |
Auto (ida**) | 41 min. | $9.80 (1.7 litros*) | 8 |
Auto (regreso**) | 49 min. | $14.40 (2.5 litros*) | 9 |
T. Público (ida**) | 59 min. | $8.00 | 6 |
T. Público (regreso**) | 1 hora 16 min. | $4.00 | 6 |
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Rogelio Rivera «Roke».
Destino: Coyoacan
Distancia: 18.9 kilómetros (ida) y 22.0 km (regreso).
Transporte | Tiempo | Gastos | Comodidad |
Auto (ida**) | 1 hora, 3 min. | $16.50 (2.9 litros*) | 7 |
Auto (regreso**) | 29 min. | $14.40 (2.5 litros*) | 9 |
Moto (ida**) | 59 min | $7.50 (1.3 litros*) | 6 |
Moto (regreso**) | 23 min | $6.30 (1.1 litros*) | 4.5 |
T. Público (ida**) | 1 hora 53 min | $7.00 | 3.5 |
T. Público (regreso**) | 1 hora 37 min | $7.00 | 7 |
* Gasolina Magna, a un precio de $5.74 por litro en mayo de 2002. Los gastos del coche y de la moto no incluyen su costo de adquisición, mantenimiento ni depreciación.
** La ida fue de Santa Fe (la oficina) hacia la casa de cada una de las personas que intervinieron en la prueba. El regreso fue de la casa de cada uno de ellos hacia Santa Fe.